R.D. del Congo - Lubumbashi: Bautizos en la Universidad, No prestes nunca dinero a un brujo, El precio a pagar por ser católico


El primer bautizo del año en el ISP: El 24 de enero bauticé a un estudiante en la nueva capilla. Se le impuso en nombre de Álvaro. Este año académico he pensado bautizar a los catecúmenos uno a uno, en vez de hacerlo todos juntos, lo que me parece más íntimo y personalizado. Además la capilla actual es más bien pequeña, poco adecuada para las celebraciones multitudinarias.

Los primeros bautizados del IDAP: En la misma parcela del ISP se encuentra el Instituto De aplicación Pedagógica, que acoge a los alumnos de los tres últimos años de bachillerato. Durante este año escolar  hemos organizado una catequesis en ese centro escolar. Aprovechando las vacaciones de pascua, el 4 de abril, unos cuantos  alumnos fueron bautizados e hicieron la Primera Comunión en la capilla del ISP. A pesar de la lluvia la capilla estaba casi llena. Como en el edificio en el que se encuentra nuestra capilla la electricidad no es muy frecuente, la ceremonia se desarrolló en la penumbra. Como ese día tampoco había agua, los catecúmenos fueron bautizados con agua de lluvia, es decir, con agua caída directamente del cielo.

No prestes nunca dinero a un brujo: Los domingos por la tarde voy a ver a los enfermos del hospital BARAKA, cuyo propietario es un amigo. Después, si tengo tiempo, paso a ver  a los médicos de guardia de la Clínica Universitaria, que está al lado. No hace mucho me encontré en ese hospital a un hombre de mi edad con la mano izquierda muy deteriorada. Le pregunté si había sufrido un accidente. Me contestó diciendo: «he tenido un accidente muy particular. Si quiere le cuento». Cuente, cuente. «Pues verá, hace algún tiempo una persona del barrio vino a verme para pedirme que le prestara 300 dólares, que necesitaba urgentemente. Como insistió mucho y prometió devolvérmelos muy pronto, se los di. Pasó el tiempo y como este hombre no devolvía lo prestado fui a verlo. Primero dijo que no se acordaba de que yo le hubiera prestado esos dólares. Luego me amenazó diciendo que me anduviera con ojo, y que si le molestaba de nuevo podía enviarme un rayo que me haría mucho daño.

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Este hombre es un brujo conocido y, según dicen, estos hombres tienen la capacidad de manejar los rayos. Pero yo no creía en esas cosas, así que insistí para que me devolviera mi dinero.  Una noche, a las dos de la mañana, escucho como un trallazo y algo me entró por el dedo corazón de mi mano izquierda. La mano si hinchó de golpe, como si estuviera quemada por dentro. Me han hecho ya varias operaciones, y va mejor. Fui a la policía para denunciarlo, pero por ahora no han podido encontrarlo. Parece ser que los brujos pueden también volverse invisibles cuando quieren. Así que doy por perdidos esos 300 dólares, y pido al Buen Dios que me cure la mano».  Ahí tienes, el porqué de no prestar dinero a un brujo.  

UNILU: El martes 10 de abril celebré por primera vez la Santa Misa en la parroquia del Campus de le Universidad de Lubumbashi, dedicada al Espíritu Santo. Para ir allí, en transporte público hay varias posibilidades. Escogí la de ir al centro de la ciudad y, desde allí, ir al Campus.  Cuando esperaba que pasase un taxi-bus, un coche  se paró y el conductor me preguntó a dónde iba. Le comuniqué mis intenciones, que no le gustaron nada. Me llevó hasta el centro de la ciudad, y me dijo: “coja un taxi y déjese de transporte público”. Pero un taxi cuesta 5.000 francos mientras que el taxi-bus cuesta solo 500, le dije. “Si es por eso, tenga le doy 10.000 francos para que pueda ir y venir en taxi”. Me guardé los 10.000 y me fui a la parada de taxi-bus. El jefe del parking me preguntó a dónde me dirigía, se lo dije  y me hizo montar en un taxi-bus al lado del conductor. Detrás entraron tres personas. El conductor nos dijo:  «yo cobro 1.000 francos por persona». Los que estaban detrás salieron del coche  a toda velocidad.  Yo me quedé dentro, pero por poco tiempo, ya que el jefe del parking me hizo señas para que dejara también el coche y entrara en otro de 500 fc. Me puse al lado del conductor, que resultó ser un licenciado en relaciones internacionales, pero como no encuentra trabajo se ha hecho taxista.

En la parroquia universitaria me esperaban dos estudiantes, que de parte de párroco me enseñaron la universidad. El P. Francisco, que así se llama el párroco, concelebró conmigo. La coral cantó casi todo en latín, y a mi parecer lo hizo muy bien.

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Al final de la Misa me  presenté al público y después el párroco dijo: “D. Mario no confesará hoy como estaba previsto , ya que les Mamás Católicas han preparado una fiesta a la que todos los sacerdotes que colaboran en nuestra parroquia están invitados”.

Parece ser que somos unos 15. La fiesta duró casi tres horas. Hubo danzas, cantos y entrega de regalos: Yo recibí una linda camisa de cuadros. La comida inmejorable, ya que conté cinco tipos de pescados diferentes, y había también unas orugas grandes y gordas de lo más sabrosas.

Con la fiesta terminada, el sacristán me dio  de  parte del párroco  un sobre con 10.000 fc. Así que volví a casa con 20.000 fc en el bolsillo y una camisa. Como ves, para ser la primera vez que voy al Campus no está nada mal.
Según me dijo uno de los colegas, la parroquia universitaria atiende tres capillas y los domingos se dicen por lo menos 11 Misas. Es sin duda la parroquia más importante de la Archidiócesis, ya que se ocupa de los estudiantes y de un barrio inmenso que no hace más que crecer.

Según el párroco, la parroquia universitaria, dedicada al Espíritu Santo, tiene una capacidad para 2.000 plazas. El edificio es octogonal,  con el tejado metálico y más bien bajito, lo que quiere decir que cuando hay sol se tiene la impresión de estar en un horno.  Los bancos son metálicos y tiene 4 confesionarios muy sólidos de madera, en los que el confesor está mucho más alto que los penitentes. El frontal del altar, la puerta del sagrario, el recipiente del agua bendita y la pila bautismal son de malaquita.

El precio a pagar: Como ya te dije, todos los martes celebro la Santa Misa en la parroquia del Campus. Antes y después de la celebración confieso a los estudiantes. Un martes, después de confesar me fui al encuentro de los estudiantes, que cuando no están en clase charlan en el jardín a la sombra de los árboles.  

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El primero que encontré fue un estudiante de Derecho, con la piel muy clara. Le pregunté si era mestizo o muluba. En la tribu luba hay mucha gente de color café con leche. Me dijo que era mestizo, ya que su abuelo materno era de Túnez. Le pregunté cómo su abuelo llegó al Congo y me contó la siguiente historia: “mi abuelo, cuando era joven se interesó por el cristianismo y a escondidas, ya que toda su familia era musulmana, recibió el Bautismo y los otros sacramentos. Cuando sus padres se enteraron, lo llamaron para decirle que era la vergüenza de la familia, que no quería volver a verle, y que lo mejor que podía hacer era abandonar el país. Así que se vino para el Congo, y en concreto a Lubumbashi. Aquí se casó, y gracias a él soy mestizo y católico”.

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Esta historia me  recuerda  a la que se cuenta en el libro autobiográfico titulado Le prix à payer, que leí el pasado mes de agosto. Pero claro, esta es mucho menos dramática.

Un bicho raro: A las personas famosas se les pide un autógrafo, a los bichos raros se les hace una foto. El mendas tiene que ser un bicho muy raro, ya que  4 o 5 veces cada día la gente más diversa me piden fotografiarse a mi lado. Como todo el mundo tiene teléfono y el teléfono hace también fotos, estoy perdido. Los estudiantes del ISP son insaciables. Después de charlar un poco con ellos, foto. Un simple saludo, foto. Y no digamos cuando bautizo a alguien, en ese caso son docenas de fotos: con el nuevo cristiano, con sus padres, con el padrino o la madrina, con sus amigos y compañeros etc. etc. Como ves, por estas tierras no hago más que enseñar los dientes, ya que una sonrisa a la Gioconda  es claramente insuficiente para los congoleses.

Un olivo: En el jardín de uno de nuestros vecinos del barrio, vi un árbol que me pareció un olivo. Un día en el que el jardinero estaba en la puerta, le pregunté si el árbol en cuestión era un olivo. En seguida me dijo: “Afirmativo. Mi patrón, que es griego, trajo en el año 2002 de Grecia un minúsculo olivo, que yo planté y que aquí lo tiene usted ya grande y frondoso. Pero, a pesar de su buen aspecto, da muy pocas olivas. El año en el que más hemos cogido fueron solamente 30. Se ve que este árbol no está muy contento que digamos en esta nuestra tierra”.

Las muchachas “chege”: No hace mucho, te hablé de esos muchachos de la calle, que aquí llamamos “cheges”.  Pensaba yo que eran todos chicos. Pues no. Dos veces ya, he encontrado un grupito de muchachas “chege”.  Igual que los chicos, vinieron todas corriendo a pedirme le bendición.

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